Y es que ya le toca pasar la ITV. Bueno, le tocaba pasarla desde hace tiempo pero la fecha máxima es este sábado.
Puede parecer que pasar una ITV es algo cotidiano y normal en la vida de un coche pero es que mi coche está herido grave. Al principio me insinuaron que el coche era de la acera de enfrente, ¿desde cuándo se duda así de la condición de un coche que tiene tanto orgullo? Nada de eso, ¡mi coche no pierde aceite! Bueno, en realidad se puede dudar un poco porque un poquillo sí que pierde, nada grave si sólo fuera eso.
Pero no se queda ahí el problema, el principal mal es la junta de la culata. Sí, eso que suena a chiste y que como se estropee da mil quebraderos de cabeza. Como consecuencia, mi coche gasta aproximadamente un litro y medio de agua semanal. El problema requiere más disciplina que otra cosa. Todos los lunes, antes de ir a trabajar abro mi capot, echo un poco de agua y me voy pitando. La verdad es que aunque pueda parecer una faena, que no lo parece, lo es, ya estoy acostumbrado y no me molesta en absoluto. Ahora tengo que echar anticongelante y me fastidia más porque va directo al bolsillo pero en el resto de épocas lo relleno habitualmente con agua que entra dentro del gasto comunitario (gracias vecinos).
No es problema de dinero, no lo he arreglado porque en ningún sitio me aseguran que me quede bien y que no estropeen más el motor. Este problema hace que también pierda un poco de aceite.
Y no sé si pasará la ITV con este problema. En principio me han dicho que sí pero no estoy muy seguro. Después tengo otro par de asuntillos como un faro que me rompieron en la Rondilla (mi antiguo barrio), una luz de la matrícula que no me funciona, y la luna rota por un sitio que no molesta pero que no sé si me obligarán a cambiar... vaya, que está como el rosario de la Aurora.
En principio no quiero cambiar de coche, aunque parezca que no debería ser aí el coche tira como el primer día lo único que hace es requerir más atenciones por mi parte. Ya contaré el desenlace.
